Gisela de cristal

Por Ana Polo Alonso, Courbett Magazine, 2020

De pequeña se prometió a si misma que, costase lo que costase, se convertiría en «pintora y escritora de novelas». Y lo ha cumplido, ¡vaya si lo ha cumplido! Hoy en día, la italiana Beatrice Alemagna (Bolonia, 1973) es una de las ilustradoras más prestigiosas y premiadas dentro y fuera de Europa. Tan solo con uno de sus últimos libros, Un gran día de la nada, se ha llevado el Huckerpack Price de Alemania, el Landerneau Prize de Francia y el English Association Book Award. El mismísimo The New York Times lo seleccionó entre los mejores libros infantiles publicados en 2017.

No es un caso aislado: cualquiera de sus libros cosecha multitud de aplausos entre la crítica. Y no es para menos.

En castellano ya habíamos disfrutado de algunas de sus obras, entre ellas, El maravilloso mini-peli-coso (de la editorial Combel, con traducción de Bel Olid) y Cosas que vienen y van (también de Combel, con traducción de Roberto Bravo de la Varga). 

Sin embargo, era necesario recuperar la que, para mí, es una de sus obras más íntimas, personales y absolutamente deliciosas: Gisela de cristal, publicada originalmente en francés en el 2002. Menos mal que la siempre exquisita editorial Libros del Zorro Rojo la ha salvado del olvido y nos la trae con una edición primorosa y una magnífica traducción de Palmira Feixas.

Gisela de cristal narra la historia de una niña ligera, luminosa, frágil y transparente: una niña de cristal. Gisela es un ser excepcional y, por ello, todos quieren verla y observarla, ¡incluso patentarla!, transformarla en un mero espectáculo.

Al crecer, no obstante, lo que la hace tan especial también le genera más de un problema, porque al ser de cristal, sus pensamientos los puede ver cualquiera. ¡Y mientras va creciendo, sus pensamientos se vuelven más complejos! Gisela es incapaz de esconder lo que siente: la tristeza, las dudas, la ira o el miedo. Y eso genera muchos comentarios incómodos a su alrededor. Muchos comienzan a reprocharle el ser diferente.

Por ello, Gisela comenzará a sentirse totalmente extraña, incomprendida e incluso rechazada, y tendrá que hacer acopio de todas sus fuerzas para no sucumbir frente a las malvadas críticas. Gisela tendrá que preguntarse quién es realmente y por qué es única. Al pensar sobre su identidad, descubrirá su valentía interior y también se dará cuenta del mundo de apariencias que la rodea.

En conjunto, es un libro poético e increíblemente hermoso sobre la franqueza y la honestidad. Sobre todo, acerca de las diferencias, la exclusión y la importancia de ser uno mismo.

La propia autora reconoció que se inspiró en el cuento Jaime de cristal de Gianni Rodari (incluido en Cuentos por teléfono). Beatrice Alemagna, sin embargo, la ha transformado en una obra de una gran belleza plástica, con ilustraciones que mezclan el collage y el dibujo a lápiz. Con un estilo casi abstracto, pero increíblemente cálido, el libro juega con multitud de texturas, transparencias y contrastes súbitos de color para recrear emociones y transportarnos a la mente de una niña que debe lidiar con todos aquellos que la rodean. Una auténtica delicia visual, sin duda.

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